lunes, 21 de febrero de 2011

TORTURA EN LA TAUROMAQUIA II



"Torturar a un hombre, e incluso a un animal, es hacerlo sobre un ser con las manos y los pies atados, y, en cualquier caso, privado de las posibilidades de defenderse. Y eso, no solo no sucede en la lidia sino que además sería contrario a su sentido, su esencia y sus valores"
Francis Wolf. Filósofo Francés

En últimas, la imposibilidad no radica en el No-entendimiento acérrimo de los antitaurinos en temas de Arte y Cultura; tampoco radica en la incomprensión definitiva de la fisiología del animal al cual defienden con tanta ficción y fantasía; el centro de todo es y será el trato al cual se ve sometido un Toro de Lidia, trato que será apostillado con un MAL por parte de la furiosa campaña antitaurina, trato que simplemente dejaremos sin ningún prefijo y que analizaremos el día de hoy.

Cuál es el trato al cual se somete al Toro de Lidia? Hay alguna suerte de Mal trato en su existencia, maltrato plausible como aquel perpetuado en una res de ganadería intensiva o un ganso explotado para la producción de paté? En qué consiste la existencia, pasión y muerte de un Toro? Bien, son interrogantes planteados de manera aviesa y amoldada por los antitaurinos, animalistas eso sí, que prefieren obviar los años anteriores al arribo del astado al ruedo; lamentablemente no sucede lo mismo con el resto de especies defendidas por ellos, a las cuales hilan en sus protestas de manera muy correcta, no separando sus vidas de sus muertes. Pues en la queja animalista-antitaurina siempre está la vida aberrante y hacinada de una res con su posterior sacrificio en frío; pues en la queja animalista-antitaurina siempre está la vida humillante de las aves en los galpones avícolas, quienes viven sin ver la luz del sol y mueren ahorcadas y desangradas en frío; está, pues, la vida y la muerte de estas especies; sin embargo, para desgracia del debate, en la queja animalista-antitaurina JAMÁS, NUNCA, JAMÁS está la vida del Toro de Lidia, cuando sí unas imágenes retocadas y una amplia difusión de falsedades del tamaño de la tierra. Por qué, se preguntará el lector, los animalistas-antitaurinos nunca plantean, como sí con otras especies, la vida del toro de lidia como problema?, no son ellos, pues, los que luchan en contra del especismo?  Elemental: hacerlo, poner sobre la mesa la vida de un toro de lidia en su dehesa, inclinaría la balanza en contra suya.

Toros en su Dehesa
La vida de un Toro de Lidia, consistente en el doble o triple de años comparándola con cualquier otra res (no por fisiología, sí porque las últimas son sacrificadas rápidamente para la producción de carne previo engorde hormonal),es una existencia signada por la total libertad del Toro (al precisarse su conservación en estado Salvaje) en su ecosistema propio (la dehesa, a diferencia de la automatización de las otras especies en plantas para la explotación de las mismas) en grandes extensiones de tierra, donde día a día circulan con sus hatos en busca de las fuentes de agua pura presentes y el pasto que consumirán; en su Dehesa nada falta, pues merced al cambio de las estaciones los mayorales les proporcionan Pienso (avena, generalmente) y agua pura; nada falta, pues están rodeados de sus semejantes y las familias que han conformado (un Toro de Lidia para su conservación en estado Salvaje precisa por lo menos de 30 reses, entre vaquillas y novillos bravos, los cuales no serán usados para la lidia y por ende JAMÁS serán usados para explotación alguna: quién piensa en ellos a la hora de acabar con la especie taurina?); nada falta, pues día y noche están rodeados a su vez por un grupo humano que les cuida, guardando la distancia requerida para su conservación pero siempre presentes, compuesto por mayorales, veterinarios y zootecnistas. Tal vida, de total o absoluta libertad en su propio ecosistema con la siempre y paternal mirada del grupo que se exige para conservarles, se denomina Régimen Extensivo: contrario al régimen intensivo (el cual explota la vida y la muerte de los animales para uso humano, desde la vida de engorde rodeada de heces en espacios mínimos hasta la total rapiña de sus partes) el régimen extensivo es la total garantía de los derechos y la conservación de una especie por el hombre, pues es harto diferente dejar a las bestias tranquilas en sus ecosistemas corriendo el riesgo de desaparecer por diferentes factores, que permitirles vivir en sus ecosistemas con el cuidado del hombre; sólo hay dos especies sometidas el régimen extensivo en el mundo: El Toro de Lidia, El Oso Panda Chino. Harto diferente al resto de especies, que bien pueden estar en la perpetua humillación y cerrazón de un zoológico, o en un uso comercial para ser explotadas de toda forma, o en la farsa especista-genética de los bisontes polacos, tanto El Oso como El Toro viven en sus ecosistemas con la única garantía de que sea el hombre quien les proteja; la total desatención del mismo para con estas especies redundaría en su paulatina desaparición. Ahora: cuando se ha visto protestar a un animalista-antitaurino en contra del régimen extensivo al cual se ve sometido el Oso Panda Chino? Nunca, pues sería ridículo, y lo mismo vale par el Toro de Lidia; es ridícula la postura antitaurina que se fija en el maltrato animal supuesto en 10 ó 15 minutos en un ruedo, obviado a su vez los 4 ó 5 años de vida de un Toro.


Toro sangrando: y dónde están las banderillas? y la espada?
 por qué sangra?:
porque es una imagen retocada, antis mañosos!

“Pues protestamos es en contra del maltrato perpetuado en el ruedo, en esos 15 minutos trágicos para el Toro”, pueden apuntar los antitaurinos-animalistas: no consiste precisamente en eso, pues abusivo sería decir que los problemas existenciales presentes en el continente Africano tienen su solución en la inclusión de tanatorios asépticos, morgues limpias, suficientes dosis de eutanal, sábanas limpias para los muertos, y no en proporcionales comida, agua, medios a tantos infelices que pueblan el continente; los problemas existenciales no redundan en una muerte que invariablemente tendrá lugar en algún momento de la duración de un ser vivo, (de no morir en el ruedo, el toro moriría tras una prolongada agonía de meses sometido al ahogamiento de la tuberculosis o la parálisis de la esclerosis, lo más común en la vejez de un toro), los problemas existenciales redundan en las condiciones normales de vida en un ser: SE TRATA DE LA VIDA, NO DE LA MUERTE.
Bien, ahora: esto justifica que el Toro sea lidiado? Que el toro tenga la mejor vida de un animal en el mundo y que su deceso sea inminente en otras circunstancias, nos da derecho para lidiarlo? Indiscutiblemente la repuesta sería No si se tratara de negar la naturaleza del Toro, cosa común en el uso animal (pues ni los gansos nacieron para hacer paté, ni las vacas para ser chorizo, ni los pollos para dar vueltas en los escaparates e inspirar así el verso más ridículo de toda la poesía colombiana, vía Mario Rivero; mas el Toro nació para luchar, combatir como lo hace) y más bien inexistente en un ruedo, donde nada es ajeno a la naturaleza biológica del animal. Los antitaurinos siempre balan que el Toro sufre, al ser un animal con sistema nervioso, y que tal asunto es el gran impedimento moral de una lidia, constituyendo esta serie de acciones un acto de Tortura. Lo curioso, lo incompatible: que un ser torturado pueda a la vez luchar contra su torturador, cuando tortura significa no poder luchar contra él; lo curioso, lo incompatible: que un ser torturado pueda aún así proseguir su lucha, pues cierto es que si las heridas del Toro representaran un caudal considerable de dolor o sufrimiento para él, dolerse sería lo primero que hiciese, por encima incluso de combatir o embestir. Son hechos incontrovertibles, medidos y catalogados ya por la ciencia (como el ya conocido estudio del Doctor Illeras, emanado de la Universidad más importante de España: La Complutense) y autoevidentes a sí mismos, pues si bien es cierto que el sistema nervioso es el receptor del dolor, también lo es que en TODA especie cefalada, gracias a su sistema nervioso, proporcione los medios hormonales que eviten su propio colapso; lo vemos en la adrenalina humana por ej, que impide el colapso nervioso antes el peligro o el dolor; tales consideraciones biológicas se ven exacerbadas en los animales luchadores, pues su naturaleza combativa no excluye las eventuales heridas y a tal sazón deben tener un número mayor de hormonas analgésicas (betaendorfinas en el caso del toro) que han sido medidas y signadas en alto número por la ciencia durante la lidia y después del deceso en el ruedo de un Toro; los antitaurinos balaban: una mujer en trance de dar a luz también liberan betaendorfinas, aún así sufre: Obvio, pero la mujer en trance de dar a luz no es una animal hecha para el combate (por tanto la naturaleza no la privilegió con la misma cantidad de betandorfina que a un animal luchador), ni es lo mismo una herida que una dilatación, ni los niveles de betandorfinas o cortisol son los mismos en una vaquilla brava dando a luz que en una vaquilla brava luchando. Lo que no balan ni controvierten los antis es el hecho medido y exacto de la alta presencia de estas betaendorfinas analgésicas en un toro lidiado, ni que esta sea una verdad inmensa y reconocida. Siguen balando: “ah! Pero eso es sólo posible en sistemas nerviosos intactos”: No, científica y elementalmente No, puesto que su función es precisamente asistir al dolor que produce la no perduración de un sistema intacto, sería contranatura el tener un sistema nervioso que proporcione tales analgésicos pero que sin embargo no pueda proporcionarlos en función de lo que existe; además, tal balado antitaurino no explica ni justifica la alta presencia de las betandorfinas, si supuestamente no pueden producirse al haber daño. A ser sinceros, el sufrimiento mayor de un Toro de Lidia durante toda su existencia consiste en su marcación con un hierro al rojo vivo: cómo se comporta ante tal eventualidad?: el Toro, puesto fuera por los mayorales quienes le marcaron, apenas si puede incorporarse y apenas si puede caminar, ubica un sitio estratégico (su querencia) y se queda allí quieto, esperando la disolución del dolor, Y NO EMBISTE bajo ningún motivo. Entonces, porqué difiere su comportamiento ante un dolor real (la cauterización de su pelaje, heridas de segundo grado) con respecto al comportamiento en la supuesta tortura en un ruedo? Si la lidia fuera el menoscabo de sus condiciones vitales: porqué lucha, sabiéndose que ante un dolor real (el inevitable de la marcación con hierro, usada para identificarlas y evitar su robo, llevar un registro preciso de cada toro) se para? Son interrogantes que conducen a pensar que el Toro de Lidia no sufre las cantidades absurdas que suponen los antitaurinos, apoyadas por el sentido común y la ciencia. Que la lidia pueda parecer aparatosa para cierto tipo de sensibilidades (merced a la sangre de las banderillas) no significa que esta representa una tortura.
Finalmente: se puede hablar de maltrato animal en un toro de lidia por sus cuatro años de vida palaciega? No, ni los mismos antitaurinos, acomodados, taimados e indignos, lo aseguran. Se puede hablar de maltrato animal en un ruedo? Sí, siempre y cuando se pase por alto tonta e hipócritamente la realidad de la naturaleza biológica del toro, se ponga de presente la sensiblería y la falsa educación sentimental que denunciara Lorca, y se piense que una herida de medio milímetro o cinco centímetros pueden significar tortura.

Cómo, con qué argumentos, con cuáles señas pueden hablar aquellos quienes nunca han pisado un ruedo o una dehesa, mucho menos una ganadería intensiva o un galpón avícola, de maltrato o tortura, sino es bajo el fuerte influjo de la ignorancia y la rabia, más viciosas que el mismo vicio de ser intolerantes y cerrados? 

   

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