Dedicado con especial celo a la antitaurina alias Carorca2
“En este mundo todos toreamos y el que no torea embiste”, decía el gran espada Sánchez Mejías, antes de que un Toro bravo terminara con su vida en el ruedo, antes de que García Lorca, dolido por su muerte, despuntara su poesía y nos dejara un testimonio de como se ha de sufrir, antes de que el movimiento animalista fuese vomitado de la Alemania Nazi, antes, y con remedio, de la existencia de los antitaurinos. Pues resulta ahora que el mundo conocido antes de Hitler y su asociados no existe, y en tal olor debamos renegar del pasado, de la ciencia, de lo culto, del Arte que precisa sacrificio y de cuanta cosa nos ha traído hasta aquí, para pensar o intentarlo de manera insostenible y solapada. Ahora resulta que Miguel Hernández tenía serios problemas psiquiátricos y García Lorca era un inconfesable enfermo y sádico, resulta que Picasso es una farsa del tamaño de un ruedo y que Camus es un incontestable genocida, todo ello al gustar nuestro grupo de las Corridas de Toros; también resulta que un ser pensante es aquel que establece una relación de respeto con los otros seres del planeta, también es preciso que no sepa escribir, ni tenga el más elemental y necesario conocimiento del Arte y la Cultura, aunque afirme con su juicio qué es y qué no es Arte y Cultura. Así, de suerte sospechosa y amañada, sale a nuestro ruedo la antitaurina carorca2 para presentarnos el siguiente documento como una verdad irrefutable, llorosa, impenetrable; vamos por el toro!:
Andrea Padilla es coordinadora de AnimaNaturalis Internacional y Agenda Animal Bogotá. Estas son sus respuestas:
¿Deberían prohibirse las corridas de toros en Colombia? Deberían prohibirse, sin duda alguna. Las corridas de toros son una expresión del ejercicio injusto del poder sobre el cual se ha cimentado la cultura occidental. El mundo actual está asistiendo a una profunda transformación de las formas de relación entre los seres humanos y los demás animales, que nos obliga a replantear viejas tradiciones con las cuales ya no se identifica la mayoría de los colombianos. Hemos de erradicar la crueldad tanto como podamos, empezando por las prácticas que nos mantienen sumidos en una suerte de resignación a la violencia.
La India Animalista |
Abolir la tauromaquia por tal motivo, debería pues englobar al resto de usos animales, lo cual bifurca y complica el debate en contra de los antitaurinos. Finalmente, que sea un deseo mayoritario es FALSO, en Colombia la gente va a Toros tanto como come carne o usa cuero o maquillaje, los animalistas son la minoría de la minoría antitaurina.
¿Es válido considerarlas como parte de nuestra tradición y herencia cultural, por ende, como algo que hay que mantener? Aún si fueran parte de nuestra tradición, tenemos la obligación moral de cuestionar su actualidad y pertinencia de cara al país que soñamos. Las tradiciones no están exentas de cuestionamientos éticos y toda herencia cultural es susceptible de ser revaluada de cara a las nuevas mentalidades y sensibilidades culturales. La misma España está aboliendo prácticas crueles que hacían parte de su legado cultural y religioso. Defender lo tradicional por el simple hecho de serlo es renunciar al derecho a la crítica. El sometimiento al dictado de la tradición inmoviliza a una sociedad. Si la cultura fuera inmutable, estaríamos aún en los sacrificios humanos en lugar de los derechos humanos.
Lo cuestionable es ello de “el país que soñamos” dejando sentado que no es mayoritario el animalismo en Colombia, ni la Tauromaquia una causal de violencia (la violencia existente desde siempre) en un país donde la abolición de esta resaltaría las verdaderas causales del conflicto: desempleo, falta de oportunidades, dictadura del pensamiento, todo lo que SÍ causa violencia y se deriva, no de la tauromaquia, sino de su pérdida. La pregunta, por demás, tendenciosa a condicionar la respuesta, desconociendo la realidad del toreo, fenómeno más bien moderno que tradicional, ignora que este no constituye una usanza, mucho menos en nuestra América, lo cual dejaría sin piso su consecuente negación. Ni la Tauromaquia ni el animalismo son tradiciones, mucho menos en un país sin tradición propia alguna como el nuestro; la real tauromaquia vive en nuestro país apenas hace 80 años, el animalismo muchísimos años menos, y no por ello ha de decirse que la vigencia del último dependa de su continuidad en el tiempo. En efecto, ya no se sacrifican humanos. ¿y eso qué tiene que ver con la Tauromaquia? También se puede decir que seguimos usando la lógica griega y al ser éste un pueblo taurino entonces somos hecho cultural y perdurable. Obviamente no vale la pena irse a terceras partes.
Para algunos, las corridas son un intolerable ejemplo de maltrato a los animales y para otros, un arte. ¿En qué bando se ubica y qué argumentos usaría para defender o atacar cada una de las dos anteriores ideas? Las corridas de toros son una práctica de extrema crueldad contra seres que, por su constitución biológica, experimentan placer, dolor y sufrimiento. Aún si aceptáramos que son un arte, lo cual no deja de ser un simple rótulo, no por ello están exentas de responsabilidades éticas, y en este caso, el límite lo impone el hecho de que esté en juego la vida de un ser sintiente ¿Tiene un torero derecho a torturar a un animal salvaguardándose en su supuesta “inmunidad artística”? Siempre se ha dicho que en el arte es legítimo realizar cualquier fantasía por violenta o controversial que sea, mientras se trate de una representación, y es allí donde radica la principal objeción con las corridas de toros: lo que sucede en el ruedo no es una representación, son seis animales que mueren ahogados en su propia sangre. Por esta razón, el toreo no es una simple cuestión de gustos particulares.
Gaya |
Para los detractores: ¿No es un acto de intolerancia cultural censurar tan radicalmente a las personas que asisten y disfrutan este espectáculo con claras raíces históricas en nuestra cultura? La intolerancia es no reconocer el derecho de los demás animales a vivir una vida libre de sufrimiento y en condiciones naturales. Si nuestro desarrollo mental y cultural nos permitiese aspirar a que esta práctica muriese de muerte natural, como dice Vargas Llosa, no estaríamos hoy de cara a este debate; pero como no es así, es nuestro deber hacer una defensa decidida del derecho de los animales a no ser sometidos a tratos crueles. Es la vida de seres sintientes lo que esta en juego ¿Será que las luchas de oposición a las discriminaciones con base en el sexo o en la raza fueron consideradas intolerancias culturales? De no haber existido una fuerza de cambio, quizás aun estaríamos sumidos en esas viejas prácticas que hoy son inaceptables.
La lucha es más bien falsa, pues NUNCA se ha visto a los antitaurinos ser consecuentes con sus premisas: si Luchar por los derechos animales fuese su objetivo ¿no sería lógico empezar por los miles de millones de reses y aves y peces explotados para el consumo humano, en lugar de luchar contra la Tauromaquia, que representa un número muy reducido de reses con respecto a las consumidas en el mundo? Sería un inicio al revés, sólo explicable por lo falaz de sus premisas, y con la estupidez que conlleva pretender hacer la paz mundial sólo buscándola en Colombia, por ej. En realidad la antitauromaquia tiene otros intereses que los siempre expresados, loables y tiernos supuestamente, por aquellos antitaurinos que son un subproducto del separatismo terrorista español y el odio nazi a cualquier práctica ajena a sus principios nacionales. La intolerancia es evidente, pues es rabiosa y atravesada su lucha, plagada de vías de hecho y criminalización del otro, que ofende a las verdaderas luchas por los verdaderos derechos que han signado nuestra historia. Entonces que se luche contra los 10 millones de reses producidas y sacrificadas al año en Colombia, en lugar de luchar contra el supuesto sufrimiento de menos de 200 Toros al año en el país; como ya se ha expresado en este blog, la antitauromaquia es la manera más fácil de aliviar las consciencias hipócritas y obnubiladas de aquellos que se sienten al mismo nivel de Gandhi mientras le hacen pistola a la inmensa mayoría de los animales usados, defendiendo eso sí con Furia y saña, a la minoría que no les necesita, pues dónde está el crimen en darle durante cuatro años una vida de rey a un Toro de lidia, para luego darle la lucha que signa su naturaleza, lucha en la que invariablemente puede salir triunfador? No merece respeto mentirle a los animales y a sí mismos, pues mientras gritan babosadas por los Toros de lidia que mueren y viven en su ley, millones y millones de animales sometidos son pasados por alto, al ser la mayoría de los antitaurinos carnívoros.
Para los defensores: ¿Qué justifica que un animal sufra para que unos cuantos seres humanos disfruten? Ojalá llegue el día en que ni siquiera tengamos que plantearnos esta pregunta que hoy, infortunadamente, es necesaria. Nada justifica que mantengamos prácticas violentas por el simple divertimento de unos pocos... o de muchos. Si bien hoy los defensores de las corridas de toros son una minoría estadística, no por ello debe ser protegida esta práctica. La protección de los derechos de una minoría, que en este caso son extremadamente banales, no debe hacerse a costa de la muerte y el sufrimiento de seres sintientes. Como lo dijo el Magistrado Palacio en su ponencia con la cual dio salvamento de voto a la demanda que se interpuso contra el artículo 7 de la Ley 84 de 1989 en el año 2009, no se puede privilegiar los derechos derivados de la cultura al derecho que tienen los animales a no ser maltratados o sometidos a tratos crueles por la simple diversión de los seres humanos
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Al fin qué, es divertimento de unos pocos…o muchos, pero que son una minoría estadística? La raza negra también es una minoría estadística en todo caso. La ley de protección a minorías, es cierto, presenta la dificultad de ser una jurisprudencia impracticable, no se compadece con los animalistas (ellos sí, minoría absoluta) pues la nación precisa de la utilización de animales para todo uso (alimentación, manufactura, Arte) y la nación no puede detenerse por las extravagancias de la minoría animalista. El Quid está en situar el problema de la Tauromaquia lejos del problema del uso animal, pues niega en todo caso la misma inculpación a la que someten la lidia (al afirmar que el Toro es “usado” para “divertimento” de “pocos”), desmiente la pureza de la lucha antitaurina, y su competencia con el uso animal es totalmente compatible con la realidad de los dos mundos (la ganadería intensiva y la ganadería de caña brava, por ej); los antitaurinos desvían fácilmente el debate, encerrando a la tauromaquia sola y dejándole lejos del resto de la especie animal, pues es fácil atacar por conveniencia y acomodo lo que pueda tener consecuencias morales para algunos traumados; por qué no poner a las reses explotadas en el mismo lugar, si a ellas también se las sacrifica? Porque la lucha antitaurina perdería adeptos, al hacerse patente su falsa dimensión, su objetivo zalamero; no se trata de la minoría para divertimento de la tauromaquia, se trata del uso del animal por el hombre, y esa lucha es imposible de ganar por los animalistas, de allí su radical huida.
Los defensores de las corridas de toros alegan que si estas se acaban, la raza de los toros de lidiatambién, pues son criados específicamente para este propósito. ¿Qué opina? Este argumento falaz es uno de los más recientes de los defensores de las corridas de toros que ahora son ecologistas. El toro de lidia no es una especie, es una raza, y por ende, es artificial; de modo tal que si desapareciese, no tendría mayor impacto a nivel ambiental. Defender las corridas de toros tras el disfraz de una defensa pseudoecologista no es sano para nadie. ¿Aceptaríamos mantener una raza de perros creada artificialmente con el objetivo de lucrarnos en las repugnantes peleas de perros que hoy son ilegales? Es exactamente lo mismo. Las razas o las especies no son las que sufren: los que sufren son los individuos, y es allí donde debe plantearse la discusión.
Toro de Lidia-susceptible a desaparecer por la indiferencia animalista. |
En últimas, no sorprende la no inclusión de la otra parte del debate en el documento (en este caso el torero Cesar Rincón), ni la cantidad apremiante de contradicciones y falso lenguaje, lo que sorprende es que hoy día los adolescentes le sigan creyendo a tan fáciles premisas, pues sabido es que la lucha contra la Tauromaquia es la concatenación de adolescentes marginados y vegetarianos extravagantes contra el Orden, la Civilización, el Arte y la Cultura.
Ramos |
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